Sálvese quien pueda

Tobi y los chicos malos del oeste



viernes, 23 de julio de 2010

Carta de presentación--Declaración de intenciones

Además de una carta de presentación esto quiere ser una declaración de intenciones.

Empezamos a escribir aquí con la intención de relacionarnos virtualmente --por lo menos al comienzo-- con una buena cantidad de lectores y colaboradores del universo internético.
Somos cinco matasanos peruvianos, amigos por más de cuatro décadas, y que deseamos compartir --y cotejar-- los puntos de vista propios. Nuestras puertas estarán abiertas a todo ente que respire y sepa escribir, sin limitación ninguna según el sexo, la raza, las creencias religiosas o la condición de príncipe o lacayo. Lo único que no toleraremos --como alguien dijo bien-- será la intolerancia.

Y aquí va la primera contradicción. Nos denominamos tolerantes, pero, tal cual el nombre del blog amenaza, esto será una hoguera para quemar a los herejes, los ateos y los agnósticos. Como entre estos últimos se encuentran algunos servidores de ustedes que escriben estas líneas, el blog fungirá también de autocondenación o de autoexorcismo. Las buenas intenciones para la redención no necesariamente eximirán al arrepentido del fuego purificador de nuestra Inquisición, y cualquiera de los miembros fundadores puede ir también a la llamarada --de motu proprio, como un mea culpa expiatorio, o si así lo deciden los otros cuatro de consuno--.

Sin más preámbulos, a vomitar las entrañas --con una finura de damisela a veces y con la grosería de los camioneros y los estibadores otras veces, que así es la vida, pues existen las flores aromosas y también la caca-- siempre so riesgo de ser condenado el participante, por cualquiera de los aprendices de Torquemada que patrocinan esta casa, a arder en la hoguera.
Para que el holocausto sea por la eternidad --léase la expulsión del pecador de estos predios libérrimos y paradójicos-- tendrá que haber unanimidad entre los cinco socios fundadores. De no haber decisión unánime, el condenado podrá ser enviado a las llamas sólo por el tiempo suficiente para que escarmiente tras un severo escaldamiento de su piel (quemaduras de segundo grado en no más del cincuenta por ciento del área corporal).

Bienvenidos los que entren a sabiendas de lo que les espera y asumiendo el riesgo de vérselas con la candela.

Los Torquemadas

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