Emilio La Rosa Rodríguez.
Diciembre 2008
En mi último viaje a Lima tuve la oportunidad de ver a algunos pacientes que solicitaron mi opinión sobre sus problemas de salud. A todos les pedí que me trajeran sus exámenes complementarios (de laboratorios, de radiología y otros).
Uno de ellos me presentó los mismos exámenes (glicemia, colestorolemía, pruebas hepáticas) realizados en dos laboratorios clínicos diferentes y pude constatar que a pesar de que dichos exámenes fueron hechos en fechas cercanas y en las mismas condiciones (en ayuno y por la mañana), los resultados eran contradictorios.
Traté de averiguar cuáles podrían ser las causas de esta diferencia y me di con la sorpresa de que en el país no existe un control de calidad sistemático, periódico y obligatorio realizado por un laboratorio de referencia independiente. Lo que significa que un cierto porcentaje de exámenes de laboratorio corre el riesgo de no guardar ninguna o muy poca coherencia con la realidad y que los exámenes de un mismo paciente, realizados el mismo día, en dos laboratorios diferentes, pueden dar resultados completamente disímiles.
¿Cuáles son las repercusiones de este problema? La falta de control de calidad genera un porcentaje de falsos positivos y falsos negativos. Es decir, que un paciente puede ser diagnosticado de una anomalía inexistente (falso positivo) o no ser diagnosticado de un problema existente (falso negativo). En el caso que nos ocupa, el primer laboratorio dio cifras anormales catalogándolo como diabético y el segundo cifras normales de glicemia.
Otro de mis pacientes me mostró una serie de placas radiográficas de muy mala calidad, no solo desde el punto de vista de la imagen sino también de las incidencias realizadas. Estas fueron hechas en una clínica privada y merecían definitivamente ser botadas al tacho, y volver a realizar el examen en mejores condiciones. Sin embargo, no solo se las dieron y cobraron, sino que el radiólogo hizo un informe dando por sentado que dicho examen y el diagnóstico eran válidos.
Eran de mala calidad porque probablemente el aparato de radiología no es sometido a un control estricto, obligatorio y periódico. En cuanto a las incidencias, me imagino que fueron realizadas por una persona sin la preparación necesaria y adecuada. El problema del control de calidad en radiología puede ser grave cuando se trata del diagnóstico o tratamiento de ciertas enfermedades como el cáncer. Así por ejemplo, en el caso del cáncer de mama, el éxito de una campaña de despistaje reside en la calidad del mamógrafo y de la lectura de las placas. Es importante insistir en la calidad del mamógrafo porque de ella depende que dicho aparato pueda identificar tumores pequeños (inferiores a 10 milímetros). Si no es sometido a un control sistemático y periódico corre el riesgo de no identificar un tumor de pequeña talla. Alguien preguntará por qué no proporciono el nombre del laboratorio o de la clínica que hicieron los exámenes. La respuesta es muy simple: este artículo no pretende acusar ni buscar chivos expiatorios.
Es importante que el Ministerio de Salud analice la problemática y, conjuntamente con los organismos representativos de los médicos, proponga las acciones adecuadas para resolverla. Los costos serán casi nulos para el ministerio, en la medida en que los propios laboratorios clínicos y los centros de radiología tienen la obligación de pagar dichos controles que definitivamente mejorarán la calidad de los exámenes.
El éxito de esta medida depende generalmente del interés y de la participación de los profesionales. Es necesario que las sociedades científicas de Radiología y de Patología Clínica participen en las discusiones con las autoridades para buscar las soluciones más adecuadas en bien del paciente y de la calidad de los servicios médicos.
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