Los Torquemadas
¡Sálvese quien pueda!
Sálvese quien pueda
jueves, 12 de agosto de 2010
ACLARACION
Obviamente el ejercicio de la castidad siempre tiene un carácter voluntario, a menos que haya un estupro de por medio.
Castidad: pureza Igual raíz que para castizo y casta
Estupro: Copular de forma ilícita (generalmente con un(a) menor)
La diferencia sutil está entre castidad y celibato.
Celibato significa simplemente soltería. Alguien puede ser célibe pero no casto. Por eso muchos curas prefieren decir que observan el celibato (lo cual es cierto porque no se casan), pero no son necesariamente castos porque copulan con hembra fornicadora o con niño inocente.
En cambio es más difícil ser casto sin ser célibe, como en el caso de unos pacientes míos que están casados por más de veinte años (no son célibes), pero nunca han copulado, por mutuo acuerdo, o sea que son castos. Rara mezcla.
Creo que el voto de castidad debería ser voluntario, por lo menos en el clero secular, como lo es el voto de pobreza (que en las órdenes regulares es obligatorio).
Aquí necesitamos con urgencia a un miembro del clero para dilucidar estas nociones.
Aló, Benja, ¿estás por ahí?
Ignacio
miércoles, 11 de agosto de 2010
La Castidad debería ser voluntaria, dice Ignacio
Y lo es. La castidad es voluntaria, salvo claro la del pobre monaguillo quien pierde la virginidad a manos, valga el eufemismo, del sacerdote que prefiere la sodomía.
Lo que la Iglesia no permite tanto a sacerdotes como a feligreses es fornicar, esto es, realizar el acto sexual fuera de matrimonio bendecido por una sucursal del Vaticano. Además el matrimonio está permitido en el rito griego de la Iglesia Católica y Romana. Y los miembros casados del clero Anglicano o Episcopal, si deciden abandonar la tutoría de H. M. son recibidos con familia y todo en el equipo que capitanea hoy día Herr Ratzinger. De ahí el truco y la trampa que el Vaticano les presenta a los curas homosexuales. No se les discrimina por su orientación sexual mientras permanezcan castos ya que la Iglesia Católica no reconoce el matrimonio entre homosexuales.
Por otra parte la Iglesia no presta atención si el cura, quien hoy día viste la mayor de las veces de seglar y no se peina con tonsura, se dedica a donar su esperma en el mercado formal o informal del amor carnal heterosexual y consensual mientras la cosa se haga con discreción.
El problema, insisto, no es cuestión de votos de castidad en este siglo ni en el cambalache, problemático y febril del que nos vio nacer. El problema, en la voz del cantor de Jocotenango es:
El problema no es que duela,
el problema es que me gusta.
El problema no es el daño,
el problema son las huellas.
El problema no es lo que haces,
el problema es que lo olvido.
El problema no es que digas,
el problema es lo que callas.
Pero eso es historia antigua ya que, a diferencia de antaño en que ser miembro del clero era un escape a un peor y más pobre destino, la mayoría de los pocos que hoy día se asimilan a las huestes de Cristo lo hacen persiguiendo, unos, el grial de justicia social que la Teología de la Liberación promete y, otros, ese misticismo que apunta al Camino de Escrivá Albas.
Alberto
LA CASTIDAD DEBERIA SER VOLUNTARIA
A) El voto de castidad.
Creo que debe ser voluntario, como un sacrificio ofrecido a Dios, algo así como el voto de pobreza, que sólo ata a los monjes de ciertas órdenes mas no a los sacerdotes diocesanos, es decir a los curas seglares.
Imponer el voto de castidad es antinatural, y puede funcionar para los santos (una gran minoría, por cierto) y para los asexuados (otra minoría). Los sacerdotes de una sexualidad normal y que hicieron el voto de castidad al ordenarse, por lo general terminan violando esa promesa, lo cual confirma que más tiran tetas que carretas... o que los votos antinaturales no son realistas (aun hechos con sinceridad, por lo general en una fase de inmadurez emocional cuando el joven confundido "escucha" el llamado del Señor y es captado por el clero, ávido de vocaciones).
B) Demasiados curas homosexuales
No conozco estadísticas al respecto, pero sé que meterse con la religión es inconveniente cuando uno es un investigador dispuesto a buscar la verdad y difundirla. Sé de estudios no publicados que sugieren una mayor patología sexual entre los miembros del clero (impotencia, fetichismo, pedofilia y homosexualidad, aunque a esta última, la Asociación Psiquiátrica Americana la ha bendecido como una opción "normal" de la sexualidad en ambos géneros, y tal decisión ha sido muy festejada por las organizaciones gay en todo el mundo).
Es lógico suponer que un joven que se siente culpable por sus tendencias homosexuales decida entrar al clero como una manera de mantener "controlados" sus impulsos. Claro que la cosa, por lo general, falla, y las víctimas son los chicos monaguillos... y esto nos lleva al siguiente punto:
C) El homosexual tiende a la pedofilia
Pareciera que el homosexual masculino es más proclive a la pedofilia que las lesbianas, y la razón sería que la testosterona es mucho más agresiva que los estrógenos y el sentido de urgencia sexual tiene que satisfacerse ¡Ya!, y muchas veces lo más a la mano, lo más socorrido, es el chiquillo prepuberal que ayuda en el altar. Hay individuos no homosexuales que, en casos de urgencia sexual y de no disponibilidad de una pareja del sexo opuesto, transan por un chico de 9 a 11 años, cuando todavía es lampiño y habla en un tono alto, y la testosterona no le ha masculinizado la finura de sus facciones todavía. Es decir, el chico es atractivo "como una mujer" para el pedófilo ocasional que no consigue pareja. Seguramente que muchos curas "pedófilos" elegirían una mujer en caso de tenerla disponible. El monaguillo siempre lo está, con su campanita en la mano para "sonar" más sexy y su hábito con bobitos para "verse" más sexy.
D) La costumbre de la Iglesia a ignorar y encubrir los casos de abuso sexual.
¿Y qué quieres, que publique los casos de pedofilia? Entiendo que los encubra y que esos casos queden como asuntos internos para evitar el desprestigio de la institución. Lo criticable es que "ignore" o, mejor, subestime los casos de abuso sexual y se contente con enviar al cura transgresor a un centro de rehabilitación de dudosa eficacia y que después vuelva a poner al gato de despensero en otra parroquia o diócesis.
El problema es complejo, y creo que la solución parcial está, como decía al comienzo, en modificar el voto de castidad y hacerlo voluntario. Así, los curas podrían tener una pareja sin necesidad de ocultarla, como en otras religiones.
Ignacio
martes, 10 de agosto de 2010
La hipocresías anticlericales
Un comentario a las fotos del cura apócrifo, se dispara peligrosamente al escándalo que sigue sacudiendo a la Iglesia Católica; el de los curas pederastas.
Si el 80 % de los abusos sexuales fueron contra niños varones por sacerdotes.
¿ Cual es el problema ?
A: El voto de castidad
B: Demasiados curas homosexuales
C: El homosexual tiende a la pedofilia.
D: La costumbre de la Iglesia a ignorar y encubrir los casos de abuso sexual.
E: All of the above
Un comentario:
A: Alguien por ahí decía que de las perversiones sexuales, la peor era la castidad.
Pero sé de curas que se iban de putas. Otros con fama de pícaros y enamorados y mantenían mujeres en sus parroquias. Hipócritas como muchos enamorados infieles mas no criminales.
B y C: Para nadie es secreto que la presencia de homosexuales en las filas de religiosos y religiosas es mayor que en la población general. Pero, si bien el término « pederasta» incluye tanto al homosexual masculino como al pedófilo, la mayoría de homosexuales no abusan sexualmente a menores de edad.
D: Ese es el verdadero pecado de la jerarquía religiosa. La de ignorar y encubrir por muchos años el abuso que sucedía en sus parroquias.
Sin embargo cuando se ataca a la Iglesia muchos, por afinidad política o filosófica, ignoran lo obvio, que ocho de cada diez de esas violaciones involucra sexo anal homosexual. Un tema políticamente incorrecto en estos tiempos e incómodo a la ideología liberal.
¿ Será que al opinar sobre estos temas expresamos nuestros prejuicios y antipatías ?
Alberto
lunes, 9 de agosto de 2010
LOS ARDIDES DE MEFISTOFELES
Jugarretas del Maligno.
Mirad los rostros terribles de sus demonios acompanantes: tres se sonrien cachacientamente para engatusar a las pobres almas candidas con una fingida y feliz validacion de la ceremonia de Ordenacion de este diablo; y dos exhiben unas caras mas bien sombrias que pretenden ser solemnes. Se trata de un ritual maquiavelico en una sucursal serrana del averno.
Miradle los ojos aviesos al diablo impostor y reparad en su barbita cochinera que desprende chispas de azufre.
Que no os sorprendan, hermanos en la fe, y corred a la primera parroquia que encontreis y aunque hallareis al parroco oficiando felacion liturgica a un monaguillo de 9 anos, coged el hisopo de la sacristia y con el realizad 7 aspersiones ante esta maldita representacion de un demonio disfrazado de cura, una por cada uno de los pecados capitales.
Recemos todos juntos el rosario y loemos al Altisimo para que con su infinito amor y poder inserte virus letales en las computadoras de todo aquel que crea en la santidad del fementido enmascarado.
Ignacio, a nombre de don Tomas de Torquemada, Sacerdote de la Orden Dominicana, Confesor de S.M. Isabel La Catolica y Director de la Santisima Inquisicion
PD) Entre los ardides de este malevolo diablo esta su poder de evitar que les pusiera sus acentos en donde les corresponden a las palabras de este mensaje de advertencia, y es que lo he escrito, por la urgencia del tiempo, con un teclado en ingles. Amen.
Inquisidor Blasfemo

EL ANTICRISTO

Si observan la foto de arriba verán, con el mismo estupor que me causó a mí, a un falso sacerdote haciendo mofa del Sacramento de la Confesión.
Para los que conformamos esta cofradía intolerante que debe su nombre a nuestro mentor espiritual, Reverendo Tomás de Torquemada, este caso nos repugna, pero, a la vez, cumple un papel modélico para expresar nuestra censura y condenar a este hereje al fuego purificador de nuestra hoguera siempre alerta para detectar a los pecadores.
Como comprenderán, aquí hay un pecadote mortal, y, a menos que el supuesto confesor se confiese con un sacerdote de verdad, se irá de cabeza al reino de Belcebú. Sin embargo, aun confesándose, la ofensa a la Santa Iglesia Católica y Romana es tan descomunal, que el perverso no se salvará del purgatorio en la otra vida, ni de la pira inquisitorial en ésta.
En un ambiente lúgubre y pobretón, con humedad que descascara la pared y unos cuadros desvencijados, este pecardozuelo de pacotilla se apoya, irreverente y con displicencia en el gesto, en la pared del confesionario y simula escuchar los pecados de su cómplice en el mal, quien, justamente avergonzada, esconde su rostro con una mano ante el fotógrafo. Son, por lo menos, tres pecadores que tendrán que responder de su infame traición ante la Santa Madre Iglesia, representada por nosotros sus implacables guardianes y capitostes.
Propongo a los otros miembros de esta Santa Inquisición que el falso cura y la falsa pecadora que finge confesarse, ardan en la hoguera previo derecho a confesarse (esta vez de verdad) ante un cura real. Y para el fotógrafo, indigno cómplice de los condenados, propongo que se le extraigan las uñas y los dientes, uno por uno con un alicate, y sin el beneficio paliativo de la anestesia.
Ignacio, Inquisidor Titular y discípulo del Reverendo don Tomás de Torquemada, Sacerdote de la Orden Dominicana.