Sálvese quien pueda

Tobi y los chicos malos del oeste



lunes, 2 de agosto de 2010



La amenaza de Ollanta

Una mañana fría y soleada de un Junio, bajando a la Plaza de Armas de Huamanga me llamó la atención una comparsa ruidosa vehicular que paró frente al portón del Hotel Santa Rosa. La curiosidad nos detuvo y vimos salir de una camioneta a Ollanta Humala. Primera vez que lo veía en persona y realmente su porte y comportamiento no me impresionó. Lo volvimos a ver esa noche en el patio del hotel rodeado de sus correligionarios y a sugerencia de una persona de nuestro grupo él accedió a tomarse una foto con nosotros. En el aeropuerto, de regreso a Lima lo vi solo, con mochila y esperando abordar la pequeña nave que nos llevaría de vuelta a la capital. En el avión me tocó sentarme a su lado y por una hora tuve la oportunidad de conversar con él. Obviamente es imposible conocer a alguien en tan poco tiempo pero este Humala me impresionó como un tipo insustancial y carente de magnetismo. Sus opiniones eran moderadas y bastante distantes de las que escuché en boca de los seguidores de sus otros hermanos las noches que cruzaba por la Plaza de Armas de Huamanga. Políticamente hablando, mi impresión del comandante fue la de un tipo insignificante y hasta hoy día no logro entender el porque de los sentimientos que su persona genera en el campo de la política peruana.
Creo sin embargo que el rechazo que él genera es el mejor seguro que tiene la política económica peruana de los últimos veinte años. Uno puede criticar esa política como injusta ya que el fabuloso crecimiento económico del país no ha sido uniforme ni a través de las capas sociales ni en las diferentes regiones de la nación. Pero nadie puede negar que en el Perú se vive mejor que en los años de Velasco Alvarado, el dictador que todos los Humala admiran.
Yo me aventuraría a postular que los medios de comunicación alimentan su popularidad adrede ya que saben que como contrincante político sus posibilidades de triunfo son nulas. Pobre Ollanta Humala, un puma de papel.

Alberto

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