Un amigo a quien respeto, me responde:
Otra victoria como esta y estamos perdidos, le dice J. Joyce al Bomber Harris.
Si la moral o la justificación depende del vencedor de una guerra, estamos hechos. Solo es concebible una moral dentro de un contexto civilizado y las guerras no lo son. Por eso tiene razón Le May cuando afirma que no hay guerras justas, porque estas se realizan en un nivel de prehumana estatura moral donde solo la supervivencia cuenta y la justicia, entendida en el orden de la dignidad humana, le es totalmente desconocida e incomprensible. Por eso los amantes del poder, los militares y demás cultivadores de la fuerza bruta –para no morirse de vergüenza- se tienen que inventar consignas patrióticas, libertarias o justicieras, como tristes eufemismos; caricaturas de los más altos ideales de patria, justicia o libertad. Habrán quienes defiendan la cruel economía de la naturaleza como última justificación de las soluciones armadas, o de prevención o defensa, rebajando a su enemigo a la condición de bestia, rayo o cualquier cosa incómoda. Yo prefiero, con Teilhard de Chardin, la opción del hombre redimido o la quevediana carne estremecida y sacudirme un poco de lo que nos queda de molusco.
Si levantar monumentos a seres humanos ya me parece una impostura, levantárselos a los que hacen ‘el trabajo sucio’ me parece una pringosa estupidez. Yo no se lo levantaría ni a Harris, ni al “Barón Rojo”, ni a nadie que haga de nuestras miserias un deporte de competencia o venganza.
¿Tan mal estamos que no podemos, después de tanta sangre y horror milenario, resolver nuestros problemas de otra manera? -Tan mal estamos. ¿Entonces? Únete al vencedor que no puedes derrotar y hazle un monumento a tu ignominia. O, a riesgo de ser acuchillado como Gandhi, sé esclavo de la Paz, “Schantidás” decía él; y busca ser parte de ese reducido mundo, como la semilla de mostaza, en el que se gesta la única vida que merece la pena de ser vivida. Aunque afuera griten las barras bravas sus consignas e himnos nacionales.
¿Hubiera sido “más inmoral no prevenir”? ¿Quién puede saberlo?. Quiero creer que existen maneras menos idiotas de prevención que, como los dioses superiores, permitan un espacio para el ejercicio de la mejor libertad de los hombres. Triste me parece el apodo de “Carnicero” (Butcher o ‘Butch’) que sus propios compañeros le pusieron a Harris, así como la sinceridad de Le May de saberse a fin de cuentas criminal o genocida. Pero mas triste me parece aceptar el juego de las armas por aquellos que ofrecen su servicio a esa forma de resolver las cosas. ¿Llegará el día que nadie quiera ir a un partido de fútbol con un cuchillo? ¿O que nadie quiera ser soldado?. Eso espero. Mientras tanto, podrá soportarse pero no exaltarse la necedad humana.
Perdóname Alberto, pero yo si estoy de acuerdo con la valiente decisión del alcalde y los votantes que lo acompañan para aceptar la mezquita cerca del Ground Zero. Me niego a igualar la acción de unos enloquecidos fanáticos con el Islam. Consecuentes con la “corrección” que reclaman los que se oponen, habría que demoler todas las iglesias de Montpelier o Estambul, así como los colegios donde a algún curita se le fue la mano.
Las extrapolaciones solo sirven para desinformar o para justificar oscuras intenciones; como lo hace esa abstrusa carátula del Times, donde una pobre víctima mutilada entre las decenas que se dan desde siempre en el mundo islámico, se usa para justificar una agresión a todas luces inútil y abusiva. Fraguada en cabezas como la del vengativo “Bomber”. Y en la tampoco inocente intransigencia con “el distinto”
...como bien lo muestra este dibujo de Ungerer a propósito de la guerra del Vietnam.
¿Es que nunca aprenderán?
Insisto en que la labor de Wikileaks, de admirable obscenidad, sirve para ayudar a mostrar las vergüenzas de los descendientes de Harris y Le May de siempre.
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