Sálvese quien pueda

Tobi y los chicos malos del oeste



sábado, 7 de agosto de 2010

Héroes o sicarios

Ante la barbarie expuesta por el legionario Millán Astray se alzó la voz clara del filósofo Miguel de Unamuno que, rodeado de opositores, les encaró con un « Vencereís pero no convencereís » Este confrontamiento ocurrió un 12 de Octubre de 1936. Tres meses después, bajo arresto por su atrevimiento, moría Unamuno. Pasarían cuarenta años antes de que su profecía se hiciera realidad.

En el Perú el baile chicha y macabro de la victoria les duró mucho menos. Todavía se escucha el ruido y las recriminaciones de aquellos que protestan por la persecución política y judicial a que son sometidos. Hoy día las cabezas del triunvirato de entonces se encuentran en desgracia. Pocos son los que defienden a Hermoza y a Montesinos pero el caso de Alberto Fujimori, a pesar de su encarcelamiento, sigue abierto hasta el punto de ser el motivo principal, y en opinión de muchos, único, que sustenta la posibilidad que su hija llegue a ser la primera mujer presidente del Perú.
En este laberinto de pasiones e ingratitudes la única defensa de Fujimori es su inocencia en los sucesos de Barrios Altos y La Cantuta. Este argumento marca la diferencia con los dictadores chilenos y argentinos de los años setenta quienes orgullosamente sostienen haber cumplido su deber patriótico eliminando a quienes consideraban sus enemigos.
La diferencia que puede explicar este divorcio reside, en mi opinión, en que a diferencia de Videla y Pinochet, Alberto Fujimori fue elegido en tres oportunidades de manera democrática a la presidencia de la república. Él no sólo era el jefe de estado, era el primer representante de la nación. Sus acciones fueron refrendadas en dos oportunidades por una mayoría electoral y por lo tanto esa mayoría comparte la responsabilidad de sus decisiones. Esa mayoría no justifica los sucesos de Barrios Altos y La Cantuta. ¿ Por qué ? Ustedes dirán.

En este ir y venir en la marea de la opinión pública Alberto Fujimori ha ido eliminando habilmente el lastre del lado oscuro de su gobierno. En las próximas elecciones presidenciales sabremos si además de vencedor en la guerra contra el terrorismo senderista, logrará convencer
y escribir definitívamente en la historia del Perú los adjetivos que sus seguidores reconocen en él.

Alberto

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