Sálvese quien pueda

Tobi y los chicos malos del oeste



miércoles, 11 de agosto de 2010

La Castidad debería ser voluntaria, dice Ignacio

Y lo es. La castidad es voluntaria, salvo claro la del pobre monaguillo quien pierde la virginidad a manos, valga el eufemismo, del sacerdote que prefiere la sodomía.

Lo que la Iglesia no permite tanto a sacerdotes como a feligreses es fornicar, esto es, realizar el acto sexual fuera de matrimonio bendecido por una sucursal del Vaticano. Además el matrimonio está permitido en el rito griego de la Iglesia Católica y Romana. Y los miembros casados del clero Anglicano o Episcopal, si deciden abandonar la tutoría de H. M. son recibidos con familia y todo en el equipo que capitanea hoy día Herr Ratzinger. De ahí el truco y la trampa que el Vaticano les presenta a los curas homosexuales. No se les discrimina por su orientación sexual mientras permanezcan castos ya que la Iglesia Católica no reconoce el matrimonio entre homosexuales.

Por otra parte la Iglesia no presta atención si el cura, quien hoy día viste la mayor de las veces de seglar y no se peina con tonsura, se dedica a donar su esperma en el mercado formal o informal del amor carnal heterosexual y consensual mientras la cosa se haga con discreción.


El problema, insisto, no es cuestión de votos de castidad en este siglo ni en el cambalache, problemático y febril del que nos vio nacer. El problema, en la voz del cantor de Jocotenango es:


El problema no es que duela,

el problema es que me gusta.


El problema no es el daño,

el problema son las huellas.


El problema no es lo que haces,

el problema es que lo olvido.


El problema no es que digas,

el problema es lo que callas.






Pero eso es historia antigua ya que, a diferencia de antaño en que ser miembro del clero era un escape a un peor y más pobre destino, la mayoría de los pocos que hoy día se asimilan a las huestes de Cristo lo hacen persiguiendo, unos, el grial de justicia social que la Teología de la Liberación promete y, otros, ese misticismo que apunta al Camino de Escrivá Albas.


Alberto


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